El mensaje está en el muro
En todo Chile, durante el estallido social de octubre de 2019, las calles se convirtieron en galerías de protesta. Pero fue en Santiago, y especialmente en la Plaza Italia —rebautizada popularmente como Plaza de la Dignidad— , donde el arte urbano alcanzó su máxima expresión política. Allí, los muros no fueron simples soportes: se transformaron en archivos visuales del dolor, la indignación y la resistencia . Cada cartel, cada grafiti, cada imagen superpuesta es un acto de disidencia consciente, una respuesta a décadas de desigualdad impuesta por el modelo neoliberal heredado de la dictadura de Pinochet. Frases como "No son 30 pesos, son 30 años" resonaron desde Valparaíso hasta Concepción, pero en Santiago cobraron forma visual con fuerza simbólica: mensajes que no solo denuncian, sino que construyen una nueva narrativa colectiva.
En medio de la represión, las paredes de la capital se convirtieron en espacios de verdad alternativos , donde el pueblo respondió al dominio mediático del establishment con una explosión creativa. En la Plaza de la Dignidad, carteles como "Estado criminal" , "Cultura del terror" o "Maldigo todas las balas" no eran meras consignas: eran obras de arte político, llenas de significados capaces de trascender el momento. Aquí, el arte no busca ser bello, sino verdadero . Desde retratos de víctimas hasta símbolos de resistencia indígena, cada imagen es un testimonio. Y aunque el Estado intentó borrarlas, estas paredes han dejado huella: no solo en la memoria colectiva, sino en la historia del arte chileno. Son palimpsestos vivos, donde lo artístico y lo político se funden en un solo mensaje: la dignidad no se negocia, se construye con cada trazo, cada palabra, cada mirada estampada en la pared .
2019